Pedirlo. Porque lo necesitas. Porque lo extrañas. Porque en ese abrazo silencioso se celebra el encuentro. Porque da calor. Porque concede, y cuida, y mima y nutre. Porque te reconoce desde el corazón que nunca deja de latir. Porque te lo mereces.

Ofrecerlo. Generoso. Sin conocer la respuesta. Porque aunque quizás sólo encuentres ausencia tú te dispones y abres los brazos a quien está frente a ti. Y eso al fin y al cabo, es abrazar la Vida, sin condiciones… Y porque se lo merece.
Que hoy abramos los brazos de par en par y pidamos (yo quiero unoooo… ¡cada dos horas!) y ofrezcamos abrazotes a tutiplé (este que os va con todo mi cariño y mi corazón locochón)… Abrazando el día… eeeeegunon mundo!!!
Trikutxo goxo-goxo. En un erizo me rizo. Hedgehog-hug

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *