La realidad se mueve. Malabareando entre la luz y la sombra. Recreándose entre el día y la noche. Sol y luna. Un equilibrio perfecto al que aspirar. Pero nada existe en estado puro. La propia quietud, se inquieta de sí misma.
La Vida nos sorprende, nos sacude, nos zarandea. Nos reta a seguir moviéndonos sin perder el equilibrio. Entre las ráfagas de lo inevitable (que algunos llamarán destino) y decisiones que quieren convertirse en imposibles.
Y a una solo le queda reconocerse limitada y frágil. Pero también abierta y posible, casi infinita. Con la fortaleza y creatividad necesaria para convertir el devenir del tiempo en una aventura refrescante. Confiar en el propio camino, dando los pasos que una quiere dar… o al menos los que puede dar. Y aceptar que para todo no hay una única respuesta e incluso alguna es quizás inimaginable.
Y reírse, reírse un poco, reírse mucho de una misma en esta loca aventura que es la Vida en movimiento.
Acá, esta «contentriste y sus maracas de colores» os grita con una sonrisa: Eeeeegunon mundo!!!!