Salir de mi zona de confort.
Para aventurar posibilidades.
Para abrir la puerta a las intuiciones que saben de qué hablan.
Para intentar.
Para probar.
Para arriesgar.
Para Vivir.
Eeeegunon mundo!!
:::
#nineunaizenaizanik #zonadeconfort #Vida #vulnerabilidad #laVidatodoelrato #laVidaencadainstante #nuevaetapa
Mi sobrino, el mayor, que me conoce bien (son casi 22 años de estar juntos) me contrasta con naturalidad y frescura cuando no me cree del todo cuando le digo que voy a parar de crear, de hacer, de mover y de remover.
__“Siempre dices que vas a descansar y vas a parar pero sigues empezando, innovando y aventurando algo nuevo”. Me encanta ese contraste fresco. Y tan real.
Quizás sea la edad. O que cuanto más centrada y más en mí me encuentro, más busco y no paro de creer en mi, creer que puedo y abrir caminos para esa posibilidad. Creer y crear.
Así que en esas ando hoy también. Lo vais a ir viendo a lo largo de estas semanas. Empezando, abriendo y arriesgando. Cuando creía que ya cerraba algo. Resulta que no. Porque hay personas que aparecen y te dicen que lo sigas intentando. Sin ninguna certeza de que vaya a salir bien. Con la confianza de creer que este proyecto, este espacio, este encuentro, esta conexión contigo… merece la pena.
Y para anclar(me) y porque de cuarto apellido soy Segurola, ando comprometida con este manifiesto que hoy quiero regalártelo (si quieres recibir la infografía y algunos ejercicios que pueden ayudarte, suscríbete a mi newsletter):
- Reconozco mis límites actuales y me abro a mi propia paradoja.
Soy capaz de identificar lo que considero mi «zona de confort» (y lo que me gusta refugiarme ahí). Cada día me gustan más mis rutinas y mis hábitos. Busco lo que me es más fácil y que me requiere de un menor desgaste vital y emocional. Y en ese mismo instante conecto con aquello en lo que necesito y quiero seguir explorando y creciendo. Vuelvo a abrirme al no saber ya lo que todavía estoy por hacer y crear. Con cierta incomodidad que me araña pero me mantiene despierta. Y abro una y otra vez nuevas veredas en el camino.
- Visualizo la abundancia y el crecimiento fuera de mi zona de confort.
Y también, en mi pequeño caos creativo, antes de dar un salto hacia lo desconocido, imagino el impacto positivo que puede tener en mi Vida y también en mi ecosistema. Visualizo las posibilidades, los posibles resultados y los beneficios que me dan un chute de motivación, incluso de cierta excitación y adrenalina que me ayudan a enfrentar “el miedo o la pereza” a lo nuevo o a la simple sacudida.
- Empiezo con pequeños pasos y me acompaño de quienes mejor saben.
El cambio no tiene que ser radical (alguna vez también lo he hecho). Dar pequeños pasos hacia lo desconocido puede ser igual de efectivo. Así que pruebo e itero maneras nuevas. Ideas nuevas. Abro nuevas posibilidades a lo que ya venía haciendo de determinada manera.
Y ahí, sin dudarlo, busco y recurro a las personas de mi entorno (y si no las tengo provoco el encuentro y la conexión) para que me ayuden. Me orienten. Me sugieran. Me apoyen. Me empujen. Me enseñen. Y me sostengan.
- Acepto que el miedo y la incertidumbre son parte del proceso.
He aprendido que sentir miedo o esa sensación de incertidumbre en la boca del estómago es completamente normal cuando me aventuro a algo nuevo y “salgo” de mi zona de confort. He aprendido a no verlo como un límite o un obstáculo, sino como una señal de que estoy avanzando hacia algo que puede ser y quiero. La clave está en no dejar que el miedo me paralice, sino usarlo como motivación para seguir adelante. Y probar. Sin miedo a fallar.
- Aprendo de cada experiencia (y aunque a veces me canso de “tanto aprender”… merece la pena).
No todo me sale bien, no todas las nuevas aventuras me salen como planeaba ni me revierten en los beneficios que esperaba. Y he aprendido que todo está bien. La Vida me ha enseñado (a base de palos, lágrimas y dosis de lágrimas compartidas) a ver los fracasos como lecciones y no como frenos ni fracasos. Cada experiencia, todas, las positivas y no tan buenas, me han regalado nuevas herramientas y maneras para enfrentar futuros desafíos. A eso lo llamo, hoy, regalos.
- Me rodeo de personas que me desafían.
Las personas a mi alrededor me influyen constantemente en mi disposición a salir de mi zona de confort. He decidido rodearme de personas que me animan a tomar riesgos, aquellas que saben cuidarme cuando tomo ese camino. Personas que me inspiran y que también estén buscando superarse constantemente. Y también aprendo de aquellas que me han llevado a lugares de oscuridad, de confrontamiento conmigo misma, de establecer límites y en definitiva de saber lo que quiero y lo que no quiero.
- Hago del cambio un hábito, no una excepción.
Una vez que comienzo a salir de mi zona de confort, no me detengo. Entro y acepto el cambio y hago de la exploración una parte habitual de mi Vida. Todavía no me siento “cómoda con la incomodidad” pero me gusta la sensación de reto, de desafío y de saberme creciendo, cada día, un poco más. Aunque me cueste y a ratos quiera “claudicar”, resisto y persisto. Porque voy comprobando que al final, me merece la pena.