Para la columna de Boulevard de Radio Euskadi (23.06.2014)
Nos conocimos hace veinticuatro años. Nos juntábamos casi cada fin de semana para hablar de educación, para aprender dinámicas de grupos, para preparar juegos. Algunos todavía no cumplíamos los dieciocho y nos aventurábamos a irnos de monitores con niños y niñas y otros jóvenes que apenas eran cuatro años menores que nosotros. Aiii, cuanta frescura. Nos encantaba aquello. Y nos encantaba encontrarnos y sentirnos equipo, sentirnos comunidad.
Éramos de distintos pueblos y ciudades. Nuestras vidas hasta ese momento habían vivido y bebido en distintos barrios, colegios, cuadrillas de referencia . Pero con el paso de los años, el encuentro continuado , algunas hamburguesas en el Atsegin y el compartir de aquellos años como monitores nos convirtieron en amigos. Amistad que hoy, veinticuatro años después, seguimos celebrando.
Y hoy somos todos distintos, en vidas distintas, con énfasis diferentes. Y seguimos en pueblos y ciudades distintas. Pero nos celebramos en cada encuentro. Respetamos los huecos sagrados del calendario que nos queremos dedicar, aunque sean poquitos y aunque sea de vez en cuando. Y en cada encuentro, las mismas anécdotas, las mismas historias, que se repiten cada año y que nos siguen haciendo carcajear, casi sin límite. Y seguimos engrosando anecdotario, historias, manías, y personalidades… pero nos gusta sabernos juntos. Y llamarnos “los de Eziko”.
Mucho de lo que hoy soy, como hoy soy, bebe de aquellos días de sol y sueños. De los secos trigales de Allo, de los paseos al campo de futbol de Dicastillo, de los otoños llenos de xirimiri y gaubelas en Errekalde. Mucho de lo que hoy soy, se forjó y se hizo un poco más bonita, junto a aquellas personas que hoy observo riendo en torno a una mesa. Los que estáis ahí desde el tiempo en el que las cosas empiezan a ser un poco más decisivas. Desde aquellos lugares vitales en los que vamos tomando partido. Y nos hemos ido nutriendo de todo lo que vino después, tejiendo una amistad que permanece entre risas, recuerdos y también un presente diverso. Siendo distintos, viviendo en distintos lugares, recorriendo diferentes caminos, pero celebrándonos cada vez que nos vemos y nos re-conocemos en la mirada del otro.
Hoy mi mirada se abre a esos amigos, a esas amigas con nombre propio y un hueco ezikotarra en mi corazón. Esa amistad privilegiada que viene de lejos y que atesoro en mi corazón con una sonrisa y una tonelada de agradecimiento. Zuentzat, para vosotros/as… Muxote Potolo haundi haundi bat!!! ¡¡Y que viva la Amistad!!
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A quienes tejen anécdotas, construyen historias, trazan caminos, dibujan presentes… junto a mí!
Eeeeeegunon mundo!!!!