Vuelvo con la cara más redonda y el corazón tonificado. Con un libro debajo del brazo. Con nuevos Amigos (en mayúsculas) a quienes querer y cuidar, por el momento, en la distancia. Los rotus gastados. Y tres pendientes menos , que se han perdido entre paseos, abrazos y bufandas interminables.
Vuelvo enamorada de esta ciudad hermosa. Vuelvo con sus calcetines rojos, sus tréboles verdes, un otoño «imposible», una canción de James Taylor, cuatrocientos litros de cafés mañaneros y trescientoscincuentamilkilómetros de conversaciones imprescindibles..
Vuelvo con mi resignificada amiga la Belleza en una maleta y las ganas renovadas por el trabajo por la Verdad y la Justicia en la otra. Y mis manos no quieren soltar ninguna de ellas.
Vuelvo con el agradecimiento prensado en el corazón. He encontrado tiempo para mirar. Tiempo para pensar. Tiempo para dibujar. Tiempo para pintar. Tiempo para soñar. Tiempo para disfrutar del tiempo.
Vuelvo reverdecida. Vuelvo un poco triste. Vuelvo contenta. Y sobre todo vuelvo, con el corazón repleto, carcajeado, compartido, crecido, y un poquito más grande; lleno de personas maravillosas que se cuelan entre aurícula y ventrículo (y siempre hay sitio pa´todos, confortable y espacioso).
Vuelvo con ilusiones, con nuevos colores, con nuevos sueños y las ganas de seguir caminando junto a quienes me hacen reír, sentir y soñar.
Vuelvo… y también sé que volveré.
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Sweet Caroline, la canción de los Red Sox (en Fenway)…un himno de esta ciudad.