Ama

Hoy (también) el corazón se me llena de ti. De esa mirada que me escuchaba sin preguntas. De esa sonrisa (preciosa) que abrazaba hasta el alma. Hoy (también) te sonrío y  te agradezco tanto… Esa manera tuya de enseñarme a vivir con lo que hay. A tatuarme el coraje con ternura. A resistir con belleza. A agradecer, incluso cuando dolía. Gracias por las lecciones que me has dado, y por las que he aprendido al caminar sin ti. Honrando el vínculo. Soltando amarras. Volviendo —una y otra vez— a la raíz. Eeegunon mundo!! ::: Recibe el ejercicio que recibirás junto con este post suscribiéndote a mi newsletter: https://eepurl.com/gicVhj ::: :::#nineunaizenaizanik  #ama #Vida #vulnerabilidad #conmuchocuidado # #laVidatodoelrato #laVidaencadainstante #gracias #eskerrikasko #vínculo #honrar #agradecer De ti, vengo. En mí, vuelo. Será porque hoy celebramos el Día de la Madre (no soy muy dada a celebrar estos días pero hete aquí que aquí estoy). Será porque en México será el próximo viernes, el 10 de mayo. Será porque, en realidad, no hay un día concreto. Porque ellas son en nosotras. Habitan en nosotras. Y a veces se nos aparecen sin aviso: en el olor de una taza de café, en un libro de recetas escritas a mano, en una canción que evoca ese viaje que hicimos juntas, en una mirada que “lo sabe todo” sin preguntar. Mi primer post en este blog, hace ya catorce años, fue para mi ama. No fue casualidad. Fue la manera de poner nombre a la raíz. Porque ella, sin saberlo, sembró muchas de las palabras que hoy comparto aquí. Y hoy vuelvo a ella. Porque la echo de menos cada día y medio, o cada medio día. Porque cuando saludo con mi “eeeegunon mundo” cada mañana, hay un eco que viene de su manera de Ser y estar en la Vida. Porque si Muxote tiene este brillo, y suena con este tono es en buena parte porque ella me enseñó a recibir la Vida así como venía, a mirar con ternura y agradecimiento, incluso cuando la “cosa se pone difícil”. Mi ama no nació en una Vida cómoda ni fácil, pero convirtió su camino en un viaje de crecimiento, de coraje sereno y, sobre todo, de mirada agradecida y profundamente apreciativa hacia la Vida. Sonreía bonito.  Sabía cuidar sin apretar. Sabía celebrar con lo que había. Esa mirada suya, fuerte, optimista, vital, generosa… esa manera de poner belleza donde había escasez, de hacer lo que se puede con lo que se tiene, de no dejar de agradecer, me la tatuó sin tinta. A mí me ha costado tiempo darme cuenta de aquellas “lealtades” que ya no tienen lugar en mi Vida. De esos patrones que sin querer heredamos, repetimos o perpetuamos. Verlos, nombrarlos, agradecerlos y soltarlos no ha sido sencillo. Pero hacerlo me ha acercado aún más a ti, ama. Porque en ese proceso he aprendido a verte entera. A reconocerte también en tu vulnerabilidad, en tu imperfección, en tu enorme valentía para vivir como viviste. Y desde ahí, mi gratitud se ha hecho más honda, más real, más libre. Eres mi primer vínculo. El original. El que me trajo aquí. El que me sostuvo, me configuró, me abrazó incluso cuando ella misma se sentía frágil. Y también el que me enseñó lo que era complacer, silenciar, postergarme. No porque tú me lo pidieras. No porque me lo exigieras. Sino porque yo —sin saberlo— me fui construyendo así, como una forma de buscar amor, mirada, aprobación. Me ha costado mucho soltar esa imagen que yo misma me impuse, la que creí que tenía que ser para merecer. Pero al hacerlo, me he encontrado más cerca de ti. Más libre. Más yo. Y, a la vez, más de ti. Porque ahora te veo con los ojos de una mayor consciencia.  De una infinita ternura. Y desde ahí, también te abrazo a ti entera. Y me hago muy consciente, también, que quienes no lo tuvieron fácil. Quienes no conocieron el abrazo seguro de la ama/madre. Quienes crecieron desde el anhelo o la ausencia. O desde una presencia que dolía. Yo trabajé con niños en la calle. Y ese anhelo estaba en cada mirada. Porque la madre es madre, incluso cuando no está. Incluso cuando no puede. Incluso cuando duele. Y también pienso hoy en mi hermana. En mis amigas. En tantas mujeres que veo maternar con conciencia, con entrega, con dudas, con ternura. Porque no hay una única forma de ser madre. Porque maternar también es acompañar, sostener, sembrar. Porque el primer vínculo nos acompaña toda la Vida. Porque a veces nos enraíza, otras nos desafía. Porque es origen y espejo. Y porque, de un modo u otro, ama (madre) hay una… y mil formas de serlo y de nombrarla. Así que hoy, desde este lugar de gratitud y también de ausencia, desde todo lo que ella me dejó y aún me sostiene, quiero dedicarle a mi ama —y a todas las mamás, madres, amatxos del mundo— un muxote potolo bat, un beso grande. Un “eskerrikasko” que se queda para siempre. Una sonrisa que guarda el recuerdo. Un “aquí estás”, aunque ya no estés. ::::::::: Si quieres recibir el ejercicio completo para honrar el vínculo, lo enviaremos este martes en nuestra newsletter mensual. Suscríbete aquí y recíbelo directo en tu correo https://eepurl.com/gicVhj